Una, dos, tres...

Una, dos, tres...
Cuando eran pequeñas, UNA, que era la mayor, cinco años nació antes que TRES, hacía de "mamá".

Recuerdo mañanas en que salíamos a la calle hacia el colegio y alguna lo hacía con las zapatillitas de estar por casa, o con el zapato izquierdo en el pie derecho...

UNA siempre ha sido un temperamento con rizos, DOS una dulzura de pelo liso.

Con los años, UNA se marchó a otra ciudad también bañada por nuestro mar, quedamos entonces DOS y TRES, acostumbrándonos a contarle por teléfono lo que siempre habíamos compartido mirando sus ojos color de almendra, y viendo como a nuestra madre se le hacía pequeñito el corazón, y los ojos, cuando UNA venía y luego se marchaba, dejando días grises de lluvia salada en el cuarto de mis padres.

Dentro de poco marcharé yo, que soy TRES, y DOS no tardará en partir también, y el corazón de mamá, y el nuestro, tendrá que aprender a escuchar y abrazar desde lejos.

Y estos días, en que se me cuela entre las grietas una incómoda tristeza que me va robando lágrimas cuando menos lo espero, despertando nostalgías con olor a leña quemada y ceniza, recuerdo cuando le pregunto a mi madre: "¿cuánto me quieres?"...y ella separa mucho los brazos como sujetando en el aire, frente a su pecho, una enorme caja imaginaria, y me dice: "TODO".